TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD
(TDAH)
El origen
del trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/H) es
multifactorial, ya que según Espina y Ortego (2005) puede ser genético,
congénito, ambiental o por cuestiones neuronales del cerebro, está asociado con
deficiencias en las funciones ejecutivas como planificación, memoria, etc.; el
TDA/H es un trastorno del aprendizaje caracterizado por dificultades en las
funciones ejecutivas, impulsividad, falta de auto-control, falta de atención o
focalización, no siguen instrucciones, se distraen fácilmente, tienen descuidos
u olvidos; en caso de presentarse con hiperactividad, presentan movimiento
excesivo en su cuerpo, salta, corre, platica demasiado (Espina y Ortego, 2005).
Debido a estas características, es necesario realizar actividades extra
escolares dónde puedan divertirse aprendiendo y practicando los ejercicios o
contenidos que no terminar de comprender en clase.
Existe
un estudio realizado por Woorward (1998) dónde se realiza una comparación entre
el estilo de paternidad y la dinámica familiar con niños que presentan
hiperactividad y encontraron que existe una correlación entre la hiperactividad
y estrategias de crianza inadecuadas por parte de los padres, se asegura los
métodos de crianza inadecuados que producen hiperactividad son la “utilización
de métodos de disciplina agresiva y poco proactiva, sentimientos negativos de
los padres hacia los hijos y razonamiento, control inductivo y refuerzos
positivos escasos” (Woodward, 1998 en Roselló, 2003, p.80). Es relevante
analizar los efectos de los estilos de crianza, ya que los niños a veces nacen
con una predisposición genética hacia un tipo de trastorno y si a eso agregamos
estilos de educación y crianza inadecuados, la situación que experimenta el
niño empeorará y lejos de mejorar, perjudicará emocionalmente al niño.
Roselló
et. al. (2003) realizaron un estudio para analizar el impacto que tiene el
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en la familia y en
la sociedad, dónde encontraron que la mayoría de los padres sienten mucho
estrés generado por la situación del trastorno, el 50% de ellos menciona que se
sienten incapaces de manejar el comportamiento de su hijo, lo cual produce en
un 44% de los casos sentimientos de frustración e ira (Roselló et. al., 2003);
lo cual indica que la calidad de vida de la familia no es grata, viven en
conflicto constante consigo mismos y con la sociedad, produciendo una sensación
de autoexclusión por sentirse diferentes.
Por
otro lado, a nivel social, un 64% de los padres menciona que el comportamiento
de su hijo incomoda a los demás, el 56% se siente con la necesidad de dar
explicaciones acerca del trastorno que presenta su hijo, un 33% evita salir de
compras, el 31% limita la vida social con familiares y amigos y el 28% no sale
a restaurante o lugares públicos (Roselló et. al., 2003); y es aquí dónde me
pregunto, ¿dónde queda la inclusión social?, ¿qué consecuencias puede tener en
la vida del niño y de la familia la restricción o limitación de este tipo de
necesidades sociales?, el ser humano es un ente social por naturaleza, no se le
puede aislar porque tiene una necesidad innata de socializar; ¿cómo se pretende
que un niño mejore si se le restringe o prohíbe ciertas libertades y
necesidades sociales?, ¿cómo se pretende desarrollar habilidades sociales si se
le restringe de experimentar la vida en sociedad?; considero que no es solución
el excluir de la sociedad a los niños que presentan algún tipo de trastorno,
por el contrario, se comete una falta hacia sus derechos humanos; sin
mencionar, el impacto emocional, social, conductual y cognitivo que tendrá en
su desarrollo.
La
familia y la escuela necesitan saber la manera de interactuar con la persona
que presenta el trastorno desde el rol familiar que desempeñe, Roselló et. al.
(2003) mencionan que es necesario que el psicopedagogo proporcione estrategias
para el manejo del comportamiento, así como para las habilidades de
comunicación e interacción (Roselló et. al., 2003), de acuerdo a varios
estudios que se recopilan en el artículo de Roselló et. al. 2003, se concluye
que la disciplina negativa no ayuda a la mejora en el tratamiento de un
trastorno, ya que produce inestabilidad en el niño (Roselló et. al., 2003) por
lo que es importante que se resalten los logros de los niños, ya sean
conductuales y de aprendizaje; para que el niño se sienta motivado y deseoso de
seguir esforzándose para continuar mejorando en el tratamiento.
Más adelante se proporcionarán más
estrategias e información acerca de cada tipo de trastorno.
Les dejo un par de vídeos para que
analicen y observen como se presenta este trastorno:
Bibliografía:
- Espinosa, A. y Ortego,
A. (2005). Guía práctica para los
trastornos de déficit atencional con/sin hiperactividad. Jassen-cilag.
En: http://www.centrodepsicoterapia.es/pdf/Guia%20TDAH.pdf
(Consultado: 15 de julio de 2017).
- Roselló, B. y
otros. (2003). El papel de los padres en el desarrollo y aprendizaje de
los niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Revista de neurología. Valencia:
España.
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ResponderBorrarExiste un estudio realizado por Woorward (1998) dónde se realiza una comparación entre el estilo de paternidad y la dinámica familiar con niños que presentan hiperactividad y encontraron que existe una correlación entre la hiperactividad y estrategias de crianza inadecuadas por parte de los padres, se asegura los métodos de crianza inadecuados que producen hiperactividad son la “utilización de métodos de disciplina agresiva y poco proactiva, sentimientos negativos de los padres hacia los hijos y razonamiento, control inductivo y refuerzos positivos escasos”.